Va por ellos, por nuestros padres.
Cuando eres niño no te das cuenta, pero
cuando ya ves las cosas con otra perspectiva, unos centímetros más alto, llegas
a la conclusión de que eres deportista, nadador, gracias a ellos.
En mi caso, cada día, después del colegio mi
madre, como las del resto de compañeros, nos llevaba a la piscina, se tragaba
horas y horas de piscina, viendo nuestra progresión al calor de las gradas,
agradecido en invierno, horrible en verano…pero siempre ahí.
Son unos entendidos de este deporte, aunque
no lo expresen, aunque no tengan relación directa con el entrenador, saben cual
es la especialidad de cada uno, quiénes son nuestros rivales y amigos, en qué
hemos fallado, como nos sentimos…lo saben todo.
Cuando empezábamos a entrenar por la mañana
mi padre se despertaba a las 5.30 para llevarnos a entrenar, eso pocos lo
hacen, gracias dad. Es un esfuerzo enorme por su parte por el que siempre
estaré agradecido.
Nuestros padres han luchado mucho por
nosotros, son un ejemplo de lucha, porque si no hubiese sido por ellos, ninguno
de nosotros seríamos nadadores hoy en día, porque cuando más difícil se puso
esto allá por 2004, ahí estaban todos, en piña, peleando por conseguir que sus
hijos siguiesen a remojo.
Y lo más importante, y que creo que marca la
diferencia con los papás actuales es que ellos nunca nos dijeron que cuando
fuésemos mayores dejaríamos de nadar porque hay que estudiar más, ellos nos
decían que si nos organizábamos bien podíamos ser buenos estudiantes y buenos
deportistas, que una cosa no quitaba a la otra.
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